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MOTIVAR Y COMUNICAR

Motivar es impulsar a actuar, comunicar es participar a los demás lo que uno tiene o sabe. Las dos son indispensables en el diario vivir de las empresas. Personal sin motivación es mejor no tenerlo, grupos humanos sin comunicación entre sí, se desintegran solos. Es obligación de todo buen ejecutivo, jefe o líder, motivar permanentemente a su equipo, mantenerlo informado sobre las cosas, tanto trascendentales como comunes de la compañía, para no perder la férrea unión y colaboración mutua entre todos, que es la única forma de obtener éxito y felicidad.
Para motivar hay que tener presente que cada uno de nosotros guarda en su interior un gigante que recobra vida y llega a su máxima dimensión, dependiendo de cómo nos  transmitan conocimientos, nos den ejemplos de valores y nos incentiven adecuadamente. A ninguno nos debe satisfacer ser un común mortal. Tenemos que ser gloriosamente diferentes; clamar por oportunidades y no suplicar por ayuda; soñar, planificar y no dejar que los días pasen sin ningún sentido; recibir incentivos y no regalos sin merecerlos. Debemos preferir sentir la emoción del deber cumplido, a la falsa paz de la inactividad; no cambiar nuestra libertad y dignidad por ningún tesoro terrenal. Es mejor estar hambriento de pie, antes que de rodillas con la barriga llena. Al motivar al equipo hay que impulsarlos  a actuar sin temores, con la frente en alto, convencidos que entre todos llegaremos a la cima. Que miren al futuro con esperanza, se olviden del pasado, transiten por el camino de la vida, serenos, tranquilos, con pasos rápidos unas veces, lentos otras, pero siempre seguros y con optimismo. Adviértanles que no sean impuntuales, negligentes, desleales, chismosos, indisciplinados, indiscretos, altaneros, pero más que nada incúlqueles a hablar con la verdad, actuar con la verdad, vivir con la verdad, porque ésta es la base fundamental de la perfección en todos los sentidos. 
La comunicación va de la mano con la motivación. Los consejos, insinuaciones, pensamientos, ejemplos, tienen que ser difundidos a todo el personal y al entorno general de la empresa. La cadena informativa y motivadora debe comenzar con la cabeza a través de charlas, seminarios y avisos. La comunicación debe ser fluida y en ambos sentidos, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. El empleado común debe participar activamente en la vida institucional; si no hay participación, no hay equipo; si no hay confianza mutua, el fracaso está a las puertas. Las ideas y soluciones pueden llegar del que menos uno se imagina. En definitiva, es un compromiso de todos, cumplir con nuestros propósitos de ser los primeros y los mejores, para ello debemos estar siempre motivados e informados.
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